Empresa: Traducteur Juré
Persona entrevistada: Rocío Montosa
Cargo: Fundadora
Email: info@traducteurjure.com
Web: www.traducteurjure.com
Gracias a una vocación lingüística e interés por los procesos jurídicos y administrativos, inicié mi trayectoria como Traductora Jurada, una figura que combina la precisión del derecho con la sensibilidad del lenguaje. Pronto comprendí que traducir no es solo trasladar palabras, sino acompañar a personas e instituciones en momentos clave de sus vidas o actividades profesionales: desde una herencia hasta una constitución de empresa, pasando por la homologación de un título o la obtención de la nacionalidad.
Tras años de especialización y formación continua en Bélgica, Francia, Singapur y España, combinando el ejercicio de la traducción, interpretación con puestos en contabilidad y auditoría de calidad, fundé mi propio despacho, ahora rebautizado como Traducteur Juré, donde además de traducir, coordino proyectos, gestiono relaciones con clientes internacionales y desarrollo una visión de marca orientada a la claridad, la confianza y la excelencia. Emprender me ha permitido diseñar mi propio modo de hacer, integrando herramientas digitales, estándares de calidad y una atención cercana a cada cliente.
Actualmente en colaboración con mi equipo de traductoras juradas, mi despacho está presente en Bruselas y Barcelona. Socia profesional de las asociación belga BBVT-UPTIJ.
La traducción jurada es una herramienta puente entre países, por la combinación francés-español principalmente entre países francófonos (Bélgica, Francia, Suiza, Luxemburgo) y España y Latinoamérica, con cobertura internacional. Al estar doblemente autorizada por el MAEC en España y SPF Justice en Bélgica con habilitación oficial como traductora jurada, lo que me permite entregar traducciones con validez legal ante las dos administraciones, notarías, juzgados y demás organismos europeos.
Mi despacho atiende habitualmente a startups o empresarios con actividad internacional, despachos de abogados de extranjería o familia, asesorías fiscales, universidades con acogida a estudiantes internacionales y departamentos legales que requieren traducciones técnicas, confidenciales y perfectamente adaptadas a los marcos jurídicos de cada país. El cliente particular emigrante o profesional también es un perfil al que ayudamos con sus trámites con la administración, ya que el traslado de documentación debe traducirse oficialmente.
Lo que diferencia mis servicios de traducción jurada es, precisamente, que no soy una agencia al uso ni un despacho creado desde una visión técnica externa. Este proyecto nace de mi propia trayectoria como persona que ha vivido, trabajado y tramitado documentación en varios países, en una época en la que no había tutoriales ni respuestas inmediatas en línea.
Esa experiencia directa me permitió desarrollar una capacidad de adaptación real y un conocimiento práctico de los sistemas administrativos y jurídicos de Bélgica y España como en otros países. Conozco de primera mano la incertidumbre, los tiempos, las exigencias y, sobre todo, la necesidad de contar con un acompañamiento claro y fiable en procesos delicados como una homologación, una herencia o una constitución de sociedad.
Por eso, más allá de entregar traducciones certificadas y jurídicamente válidas, acompaño al cliente con empatía y precisión, entendiendo no solo el documento, sino el contexto real en el que se presenta. No traduzco desde un despacho desconectado del mundo, sino desde la vivencia y el compromiso con quienes necesitan que el idioma no sea un obstáculo, sino una herramienta de avance.
La irrupción de la inteligencia artificial ha transformado muchos sectores, y la traducción no es una excepción. Por suerte para el ámbito de la traducción jurada, el papel del traductor sigue siendo insustituible y la demanda ha crecido. La administración no da abasto tramitando documentación extranjera y mucho menos la traduce para particulares. Vivimos en un mundo globalizado donde se fomenta teletrabajar, hijos con estudios y compra de propiedades en otro país. La sociedad puede percibir que todo se traduce “automáticamente”, pero quienes necesitan una traducción con validez legal saben que se requiere una firma, una certificación y, sobre todo, una responsabilidad profesional que ninguna IA puede asumir. Asesoro al cliente desde el primer contacto, el 80% desconoce que es, por ejemplo, la Apostilla de la Haya o donde conseguirla. Un cliente bien asesorado repite o recomienda mi trabajo profesional.
En mi caso, la forma de trabajar no ha cambiado en lo esencial, porque la traducción jurada exige cumplir con unos estándares que van mucho más allá del texto: precisión terminológica, conocimiento del derecho comparado, comprensión del contexto jurídico y fidelidad tanto al original como a los fines del documento traducido.
Además, como traductora jurada, suscribo los códigos deontológicos establecidos por las asociaciones profesionales (nuestros colegios), que ponen el foco en la confidencialidad, la integridad del mensaje y la intervención directa del profesional humano. Esto es especialmente importante en un contexto en el que muchas plataformas de IA almacenan datos en la nube, sin garantías reales de privacidad ni control sobre el uso de los contenidos.
La IA puede ser una herramienta útil para tareas muy generales, pero en el campo jurado no puede garantizar ni la calidad, ni la responsabilidad, ni el respeto por la información sensible que manejamos. De hecho, su uso indiscriminado podría incluso poner en riesgo el valor legal de una traducción.
Por tanto, creo que el desafío no es tanto adaptarse a la IA como explicar con claridad el valor añadido que aportamos como profesionales: experiencia, criterio, ética y responsabilidad jurídica.
Desde que soy socia hace algunos años, he ayudado tanto a la propia Cámara como a otros socios con servicios especializados de traducción jurada y jurídica, con validez oficial tanto en España como en Bélgica con la traducción documentos legales, fiscales, notariales, académicos y societarios: estatutos, poderes, contratos, escrituras, así como títulos académicos, certificados, informes financieros o documentación para licitaciones y subvenciones europeas. También con páginas webs en su versión francesa o español, proyectos que me apasionan porque se abren nuevas ventanas de conocimiento (por ejemplo las cervecerías belgas o páginas de turismo de municipios).
Además, estar en la Cámara me permite colaborar con otros socios no solo desde lo profesional, sino también desde lo humano. Considero esta red como una gran familia empresarial, donde se comparte experiencia, confianza y oportunidades. Espacios como las catas, formaciones o eventos de networking permiten construir relaciones que van más allá del servicio puntual y fomentan colaboraciones sostenibles a largo plazo, y son oportunidades que siempre que la agenda me lo permite, ¡me apunto! Una vez, tras el evento anual por invitación del Sr. Embajador en Madrid, fui invitada a la boda de uno de los socios asistentes… como intérprete jurada ante notario. Fue un momento entrañable, y prueba de que en esta red no solo se comparten negocios, sino también historias.
Mi compromiso es ofrecer un trabajo serio, ágil y cercano, entendiendo los ritmos y exigencias del tejido empresarial hispano-belga. Creo firmemente que la calidad, la empatía y el conocimiento jurídico y lingüístico pueden marcar la diferencia en momentos clave.